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Los que seguís el blog con cierta frecuencia sabéis que he hecho un poco de todo en esto de la biología: he sido voluntario, técnico de campo, he trabajado en una consultora medioambiental, en enero defiendo mi tesis doctoral… En todos los trabajos he tenido momentos buenos y malos, pero quizás el que provoca los sentimientos más ambivalentes, en donde es más fácil pasar de un extremo a otro, es en el mundillo de la investigación.

Y es que la investigación levanta pasiones, se mire como se mire. Algunos la encontramos fascinante; otros piensan que es una tarea insufrible. Pero normalmente no deja indiferente a quien la prueba. Y la realidad es que a menudo los sentimientos opuestos hacia esta disciplina no sólo se suceden rápidamente, sino que se solapan. Ahí está su magia 😛

Las grandes recompensas

Ya he comentado alguna vez que el poder contribuir al conocimiento humano es una de las razones para hacerse biólogo. Pero desde luego no es la única gratificación que nos concede la ciencia. Aprender cómo funcionan las relaciones entre los seres vivos, las bases biológicas de su comportamiento o entender cómo cambian los organismos y especies a lo largo del tiempo te hace ver las cosas desde una nueva perspectiva. Y eso mola 😉

De pronto descubres que a tu alrededor están ocurriendo cosas fascinantes. Donde antes sólo veías un grupo de pajarillos comienzas a ver displays y todo tipo de interacciones entre ellos; donde sólo veías plumas de colores comienzas a descubrir caracteres sexuales secundarios que dan información sobre el estado nutricional, sobre su sistema inmune o sobre su capacidad de encontrar alimento. A tu alrededor se desenvuelve un mundo en constante competencia, tanto a nivel intra como interindividual. Y eso es increíble 😉

Saber cómo funciona el mundo y ser capaz de apreciar esos mecanismos teniendo lugar a tu alrededor es una experiencia asombrosa que sólo puedes entender cuando realmente te gusta la biología.

Pero no es la única recompensa. A menudo la ciencia implica trabajar en contacto cercano con los seres vivos que se estudias, desde las más pequeñas bacterias hasta los animales y plantas más complejos y exóticos. Puedes tener que viajar a lugares que nunca te habrías imaginado y conocer a gente de lo más variopinta, quizás incluso a alguno de tus referentes en el mundo de la biología.

Pero si a ti lo que te gusta es el laboratorio no te preocupes. Tendrás posibilidad de trabajar con equipos carísimos que no tenías ni idea de que existían. Descubrirás para que sirven todas esas máquinas que habías visto tantas veces en la universidad y quizás incluso te conviertas en un experto de su manejo. Estudiarás las técnicas más avanzadas de secuenciación genética y te estarás asomando a unas fronteras que hace años nunca nos habríamos atrevido siquiera a soñar.

La carrera de investigador conlleva, sin duda alguna, una cantidad de retos y experiencias que no te proporcionará ninguna otra profesión. Sencillamente, son cosas que sólo se pueden hacer en investigación y que no están al alcance del resto de la gente. Las posibilidades son, virtualmente, infinitas 😉

Unos costes elevados

Sin embargo, la ciencia es una amante exigente. A cambio de deleitarte con sus favores te va a pedir mucho. Realmente mucho. Tendrás que pagarlo con tu sudor y sometiéndote a una alta presión.

1. La lucha de poder

Y es que la ciencia es tremendamente competitiva. Las becas, cada vez más escasas, se disputan entre un número de aspirante que crece año tras año. Los fondos dedicados a la investigación no hacen más que recortarse (en España los últimos 4 años de gobierno han sido nefastos para los presupuestos para I+D+i), con lo que conseguir un dinero para un proyecto se ha convertido en toda una hazaña épica.

Cuando hay una vacante para un puesto de investigador la competencia es feroz: hasta unas pocas décimas pueden marcar la diferencia. Esto lleva a una auténtica fiebre por publicar y engordar el currículo a base de artículos en revistas científicas de prestigio y estancias breves en centros extranjeros. Se genera así una presión por publicar tal que muchos jóvenes investigadores no pueden soportarla y terminan rindiéndose.

Esta competencia afecta también a la colaboración entre los grupos y personas. En muchos sitios existe un temor a compartir datos, por miedo a que te roben la idea y el artículo correspondiente, y mucha gente no duda en pisar a otros con tal de poder avanzar y sacar algo de ventaja.

Además, por si esto fuera poco, existe una férrea jerarquía a muchos niveles, lo que puede convertir tu trabajo en un infierno. Conozco casos de directores de tesis que, a pesar de que su doctorando ha realizado desde el diseño experimental hasta la recogida de datos y la redacción del paper, le han exigido aparecer ellos como primer autor en el artículo en detrimento de su estudiante. O un director de un departamento que sólamente aportó determinada máquina para realizar el experimento y exigió ser el primer autor del artículo o bloqueaba su publicación. En la mayoría de los casos a los implicados no les quedó más que claudicar o renunciar.

También puedes encontrarte con la inmovilidad de alguien en un escalafón superior que te imposibilitará probar determinada técnica novedosa que podría facilitar enormemente tu trabajo sólo porque él piensa que no tiene sentido y es quien controla los fondos. Puede ser que sólo confíe en la técnicas de siempre, o que la que quieres usar es de un colega con quien anda enfrentado o simplemente porque es él quién decide y no va a dejar que alguien de menor prestigio como tú le corrija. Tan triste como cierto.

El politiqueo y las luchas de poder podían formar parte perfectamente de la trama de la serie

También existen luchas de poder, al más puro estilo de Juego de Tronos. Rencillas irreconciliables entre miembros de un departamento o de departamentos enfrentados, competencia feroz por conseguir proyectos, por obtener el control y la distribución de los fondos, imposición de trabas burocráticas para evitar que un grupo pueda conseguir un determinado objetivo… Enfrentamientos, traiciones, mentiras y acusaciones que vuelan dentro de tu ámbito de trabajo pueden convertir tu experiencia como investigador en un auténtico infierno. Alucinarías si vieses todo lo que se cuece por ahí.

Es verdad que esto no ocurre siempre, afortunadamente. Pero desde luego no es algo puntual, sino que abunda, y cada vez más, en estos tiempos donde la enorme competitividad en este sector comienza a afectar la ética profesional de algunos investigadores.

2. Un trabajo poco valorado

No esperes oír: «ánimo, que estás haciendo algo importante por el conocimiento de la humanidad«. Lo más normal es que te digan:

Anda, no te quejes, si trabajas con animalitos (o plantitas) que es lo que te gusta. Te quejas de vicio

Si estás todo el día en el campo, eso no es trabajo

Tendrías que estar tú haciendo lo que yo, eso sí que es trabajar.

Y es que parece que si haces lo que te gusta ya no es un trabajo serio. Además, si te dedicas a la investigación básica (no aplicada), hay una pregunta que mucho de tus amigos, inocentemente, te formularán y que a ti te va a repatear enormemente:

Y tu trabajo… ¿Para qué sirve?

No puedo con esa pregunta. ¿Cómo le explicas a alguien que estás haciendo investigación básica y que no tiene una aplicación directa e inmediata? La investigación básica es la base de la aplicada. No existiría ésta sin la anterior. Quizás tus estudios no tendrán nunca aplicación práctica o quizás sentarán las bases para un descubrimiento que revolucionará la conservación, la medicina o la sociedad. Sea como sea la investigación básica es fundamental, aunque la gente no sepa apreciarlo. Y la gran mayoría no lo harán, te lo aseguro 😛

Pero además la ciencia está muy mal valorada no sólo por la sociedad, sino por buena parte de los gobiernos. Mientras los países más desarrollados son los que más invierten en I+D+i, la mayoría de gobiernos piensan que la ciencia es algo secundario, una profesión de tipos raros, con pelo gris y revuelto, siempre con una bata, encerrados en un laboratorio o perdidos en una selva. Sin embargo, la investigación es uno de los motores de la economía.

3. Una vida social casi inexistente

Aunque no siempre tiene que ser así, la investigación suele consumir mucho, muchísimo tiempo. Horas y horas de campo y de laboratorio, de experimentos y de análisis, de redacción y de correcciones. Y si encima tu objetivo de estudio son animales, entonces despídete de horarios normales. Y es que los bichillos no entienden de fines de semana, de vacaciones o de compromisos.

Aunque sólo sea durante la temporada de campo, vas a tener que lidiar con visitas a horas intempestivas al laboratorio o al invernadero, a la colonia de aves o al animalario en cuestión, o tendrás que seguir los ciclos de luz y oscuridad de determinadas plantas, a las que les importa un carajo si tú tienes fiesta con los amigos o si son vacaciones en la universidad. Así que vete preparando…

Un balance complicado

Es muy difícil encontrar un equilibrio en la carrera científica. Es una profesión de extremos: un día puedes estar pensando que no hay trabajo más maravillosa y al siguiente maldiciendo el día en que decidiste meterte en eso. Si te gustan las emociones extremas, tanto buenas como malas, la investigación es lo tuyo 😉

Personalmente, tal y como reza el título del post, siempre he tenido una relación de amor-odio con la ciencia. Cuando llevo algún tiempo con ella, termino harto y agotado, y pienso que los frutos no compensan los esfuerzos. Además que, por mucho que me esfuerce, no me asegura tener trabajo al año siguiente. Pero luego, en cuanto me alejo de la esfera científica, la echo enormemente de menos.

Para mí, la sensación que produce la investigación no tiene parangón. Esa excitación que te inunda cuando obtienes algún resultado interesante; ese cosquilleo por la anticipación que sientes ante un proyecto nuevo e interesante; el placer de desentrañar los misterios que encierra la naturaleza… ¿Qué se puede comparar con eso? Estás haciendo cosas que nadie ha hecho jamás. Estás haciendo descubrimientos, grandes o pequeños, con utilidad práctica aparente o no, pero están ahí. Estás aportando tu granito de arena al saber general.

Puede ser un poco de ego, o quizás es sólo poder alimentar constantemente esa curiosidad infantil que aún perdura en todo científico, o probablemente sea un poco de cada cosa. Pero la investigación es algo que me fascina por las sensaciones que me produce.

Sin embargo el coste es muy alto: pasar largas temporadas en el extranjero, y cuando estás en casa, en tu ciudad, te consume horas y horas de tu tiempo, a veces atrapándote de forma casi obsesiva. A veces me he pasado horas revisando un artículo, tratando de plasmar un razonamiento absolutamente claro en mi cabeza, pero que resulta complicado de trasladar al papel (¡y en ingles!). Lo he leído y releído tantas veces que, aunque pueden faltar detalles o argumentaciones, mi cabeza los suple, porque los presupone, y se me pasan por alto. Es tremendamente frustrante.

También he echado muchas horas haciendo análisis estadísticos, buscando y leyendo papers para hacer una buena bibliografía, y cuando te das cuenta, ha pasado la mañana o la tarde casi sin darte cuenta. Y quieras o no, eso te afecta a nivel personal y, a menudo, a tus relaciones con tus amigos o pareja. Y aquí tengo que romper una lanza en favor de esas novios y novias que soportan paciente y estoicamente los sinsabores de su pareja durante la realización de una tesis o de una investigación especialmente intensa. ¡Qué paciencia!

Si te vas a meter en esto de la ciencia prepárate que vienen curvas. Así será tu estado de ánimo en los siguientes años :P

Así que, para resumir, si quieres meterte en el mundo de la ciencia prepárate para una montaña rusa de emociones y sensaciones, para sentirte el rey del mundo un día y sentirte hundido y pensando que nada merece ese esfuerzo al siguiente. Pero si eres bueno, si resistes, si prevaleces… Seguramente la ciencia sepa recompensarte. Y es que, como se suele decir, el mundo es de los valientes, ¿no?

¿Qué te ha parecido el post? ¿Cuáles son para ti los valores más positivos y negativos de la ciencia? ¿La quieres o la odias? Cuéntame tu experiencia, que seguro que también ayudará al resto a entender el fascinante y difícil mundo de la carrera investigadora 😉

Y dadas las fechas que son, no puedo despedirme sin desearte una Feliz Nochebuena y agradecerte de todo corazón que me hayas acompañado en este y otros posts, que hayas comentado alguna vez, que te hayas reído o que simplemente. lo hayas encontrado útil. En definitiva, muchas gracias por estar al otro lado leyendo estas líneas.

¡¡MUCHAS GRACIAS Y FELIZ NAVIDAD!!

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Sobre mí

Biólogo, lector y curioso, siempre. Viajero, escritor y fotógrafo aficionado en los ratos libres. Y mientras tanto, ayudo a jóvenes biólogos en mi blog "El Bichólogo

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