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La biología es una profesión muy dura y exigente, que además está muy poco reconocida social y laboralmente. Sin embargo, ser biólogo te ofrece toda una plétora de pequeños y grandes placeres que difícilmente alcanzarías en otra profesión.

Para mí, que soy un apasionado de mi trabajo, la biología, estas recompensas compensan con creces los sufrimientos y quebraderos de cabeza que supone ejercer como biólogo. Es más, son ellas las que me animan no sólo a seguir adelante en este fascinante mundo, sino también a animarte a ti, y a todos aquellos que, como tú, sienten esa atracción por este mundo, esa llamada silenciosa que te arrastra irremisiblemente, pero a la que todo el mundo quiere que te enfrentes y dejes a un lado.

Esta es una lista de lo más personal, aunque estoy seguro que compartiremos más de uno de los puntos 😉 En cualquier caso, será un placer leer tu opinión y que me cuentes cuáles son los tuyos en los comentarios. Así que, sin más te dejo con esta enumeración tan personal como sincera:

1. Dedicarme a lo que más me gusta

Este sea, probablemente, el más importante de todos. Conozco a mucha gente que está encerrada en trabajos grises que no le llenan. Pero yo estoy haciendo algo que me hace sentirme realizado, algo con lo que soñaba desde pequeño y he logrado convertir en una realidad.

Perseguir un sueño y conseguirlo es la mejor de las sensaciones que puedes llegar a experimentar, de verdad. Y trabajar en lo que te gusta no es siempre fácil ni es un paseo, requiere mucho esfuerzo y sacrificio. Pero también es increíblemente gratificante 🙂

2. Aportar tu granito de arena a la ciencia

Quien no ha trabajado en ciencia o no tiene interés en ella no puede entender este punto. Sin embargo, aquellos que disfrutamos con la emoción del descubrimiento sabemos lo importante que es ayudar a avanzar a la ciencia.

Por pequeña que sea esa contribución, cuando se ve refrendada en un artículo científico, la alegría es desproporcionada. Y es que no es sólo la novedad en sí, sino también el enorme esfuerzo dedicado a ello, las horas de trabajo frente al ordenador, las revisiones, comentarios y nuevas revisiones de los coautores o de los revisores.

Es una sensación indescriptible la de exponer tu primer póster en un congreso, la publicación de tu primer artículo en una buena revista o simplemente cuando consigues unos resultados interesantes o inesperados en tu investigación. Y es maravilloso sentirse parte de algo tan grande como es el conocimiento humano. Si no lo has hecho aún, deberías experimentarlo 😉

3. Trabajar de cerca con la fauna y la flora

Si eres biólogo de bota, como yo, entonces seguro que estarás de acuerdo conmigo en este punto. El poder estar tan cerca de un animal, capturarlo, marcarlo y manipularlo es una experiencia difícilmente explicable a quien no la ha vivido.

Por mis manos han pasado miles de pájaros (en su mayoría golondrinas y aviones comunes, pero también de muchas otras especies) y en ningún momento he perdido ni la ilusión ni la excitación que sientes al tener el animal en tus manos, el respeto casi reverencial necesario para que todo discurra de forma rápida y eficaz, evitándole todo perjuicio innecesario. Y esa sonrisa que se te escapa a menudo cuando lo ves volar o correr libre de nuevo.

Todas ellas son sensaciones irrepetibles, que la costumbre y el paso de los años no han conseguido menoscabar, al menos para mí. Y que, por tanto, las sigo disfrutando como el primer día.

4. Visitar lugares no accesibles para el resto de los mortales

Éste es, seguramente, el placer que más a menudo disfruto. Y es que, aunque el trabajo de campo no siempre es en lugares apartados y exóticos, sí que con frecuencia puede llevarte a zonas por las que sólo puede pasar personal autorizado o que son tan remotas o poco accesibles que es raro que te puedas encontrar con alguien por aquellas pistas.

He tenido la suerte de trabajar en zonas como las Sierras de Gredos y Béjar, el Parque Nacional de Monfragüe o la isla de Öland y estar de voluntario en la preciosa Reserva Nacional de Lachay. Y en cada uno de ellos me he sentido enormemente afortunado, no sólo por estar allí, sino por estar haciendo, además, algo que me apasiona y me llena a nivel personal. En esos momentos realmente me siento un privilegiado.

5. Viajar, viajar y viajar

Ya sabes que soy un viajero empedernido. He visitado tantos países como he podido, no sólo por trabajo, sino también por placer. Pero es verdad que el hecho de ser biólogo ha motivado muchos de esos viajes e incluso me ha ayudado a costearlos.

Obviamente, esto no es el País de Jauja, y no por el mero hecho de ser biólogo vas a poder viajar a donde quieres y cuando quieras. Pero si juegas bien tus cartas encontrarás grandes oportunidades para conocer mundo, bien sea por medio de voluntariados, asistiendo a congresos o gracias a alguna estancia en algún centro extranjero para completar tu tesis doctoral.

 6. Dormir bajo las estrellas

Vale, esto ya sé que no es exclusivo de nuestra profesión, ni que tampoco es el pan de cada día. Pero trabajando en capturas de desmán he estado durmiendo varias noches al raso en una hamaca… Y me encantó. Dormirme escuchando la berrea de los ciervos, mientras veo las estrellas que asoman entre las copas de los árboles y me muevo mecido por el viento y el susurro de las hojas… Fue tremendo.

También hizo un frío tremendo, que acusé un poco sobre todo a final de alguna noche. Pero sin duda mereció la pena y repetiría sin dudarlo. Ya había dormido antes al raso, pero hacía años (¡o décadas!) que no lo hacía. Y ha sido una experiencia maravillosa 😉

6. Ver la vida desde otra óptica

Ya lo he comentado alguna vez: estudiar la carrera de biología te abre los ojos a un mundo nuevo. No sólo ves las cosas de forma diferente, sino que descubres ecosistemas enteros donde la gente ve sólo un parque, descubres una gran cantidad de fauna donde antes apenas sí veías un montón de gorriones (todos los paseriformes parecen gorrriones al ojo inexperto :P). Es como tener un pequeño rincón secreto que no todo el mundo es capaz de ver y disfrutar. Y ésa es una sensación que me encanta 🙂

7. Poder contar buenas anécdotas :p

Pues sí, aunque parece una tontería, nuestra profesión te dará pie alimentar muchas charlas con anécdotas de lo más variopinto. Y es que los biólogos, hay que reconocerlo, hacemos algunas cosas de lo más extrañas.

Y como anécdota sobre esto de las anécdotas de biólogo, te contaré algo que poca gente sabe (ni yo mismo lo sabía hasta que ella me lo dijo :P). Y es que, tras conocer a mi novia, me pasé un tiempo haciendo todo tipo de displays y probando, con escaso éxito, fórmulas de cortejo que lograsen acaparar su atención.

Sin embargo, un día que estábamos de fiesta, no sé cómo salió el tema de a qué me dedicaba. Y claro, cuando le preguntas a un biólogo qué es lo que hace debes ser consciente de que, como es algo que le apasiona, te lo puede contar y explayarse a gusto. Pero ella no lo sabía, así que me preguntó. Y yo me explayé. Y ni corto ni perezoso comencé a hablarle de los estudios en los que estaba participando en aquella época sobre competencia espermática en aves y sobre el elevado porcentaje de esperma aberrante que presentaban muchas especies de paseriformes de Chernobyl.

Vaya friki, estarás pensando. Pero ella, en vez de salir corriendo llamándome pervertido o depravado por ponerme a hablarle de esperma de buenas a primeras, siguió atenta toda aquella charla de bar sobre competencia espermática. Y eso que estuve hablando un buen rato 😛  Más adelante, mucho tiempo después, me confesó que ese día fue cuando la conquisté 😛 Y es que, querido lector nunca hay que subestimar el poder que tiene una buena anécdota 😉

Y con esto termino ya el post. Te he contado algunos de los pequeños placeres que me proporciona esta maravillosa profesión, pero me encantarías saber cuáles son los tuyos. ¿Coincide alguno con los míos? ¿Te han pasado cosas parecidas? ¿Tú también tienes alguna anécdota divertida o curiosa? Anímate y cuéntamelo todo en los comentarios.

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Sobre mí

Biólogo, lector y curioso, siempre. Viajero, escritor y fotógrafo aficionado en los ratos libres. Y mientras tanto, ayudo a jóvenes biólogos en mi blog "El Bichólogo

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