Todo biólogo de campo que se quiera dedicar al ámbito de la consultoría ambiental debería estar familiarizado con las distintas metodologías de censo: puntos de observación, fototrampeo, o distintos tipos de transectos, entre otras muchas.
El estudio de mamíferos es complicado, ya que son animales muy esquivos y a menudo con hábitos crepusculares, si no totalmente nocturnos. Esto hace muy difícil la observación directa de estos animales, por lo que la mayor parte de las veces tendrás que guiarte por indicios de su presencia o por rastros.
Poniéndote al día con los rastros
Lo primero que necesitas conocer qué animales tienes que censar o monitorizar. La variedad de mamíferos es amplia, así como los posibles rastros que pueden dejar. Por ello es muy importante que aprendas a distinguirlos desde el principio.
Según la especie que sea dejará unas determinadas huellas, un tipo de excremento y, en ocasiones, otros indicios de su paso por allí. Hay que ser capaz de diferenciarlo de especies similares. Pero te aviso que no será fácil. La huella o el excremento ideal rara vez se ven, con lo que no sólo deberás tenerlo en mente, sino también aprender cómo varía.
Y es que los excrementos de los mamíferos pueden variar mucho en tamaño, según la talla del animal, en forma, según cómo y dónde lo haya depositado, o incluso en función de la dieta, que a su vez puede ir cambiando a lo largo del año. Y respecto a la huella, dependerá del sustrato, de la forma de pisar, de la humedad… Vamos, que si crees que memorizando unas cuantas fotos lo tienes controlado estás muy equivocado 😛
Para aprender sobre rastros no hay nada mejor que la experiencia. Hay mucho material por internet que te permite familiarizarte con lo básico, pero la mejor forma de aprender es en el campo. Para ello tienes dos opciones: ir por tu cuenta con alguien que controle del tema y te pueda ir solucionando las dudas (que las tendrás y muchas) o bien hacer un curso de rastros. Estos cursos normalmente duran varios días y tienen una parte teórica y otra práctica. Si no ofrecen parte práctica, ni te lo plantees.
Los transectos
Para censar mamíferos o monitorizar sus poblaciones lo normal es realizar transectos a pie. La metodología variará mucho en función de si sólo quieres detectar presencia-ausencia, si quieres hacer un seguimiento a nivel comparativo de cómo fluctúan las poblaciones o si quieres obtener una estimación real de la población.
Lo más sencillo, y en lo que yo tengo más experiencia, es en hacer un seguimiento de las poblaciones a nivel comparativo. Se calculan unas densidades relativas cada mes y se van comparando. No se puede obtener un valor absoluto (o al menos no de forma fiable) pero se puede observar cómo fluctúa la población.
Lo primero es distribuir los transectos por el área de estudio, de forma más o menos uniforme y al azar (a no ser que quieras muestrear un hábitat o alguna especie en concreto). Si no conoces la zona, lo normal es hacerlo sobre un plano y, una vez en el sitio, se realizan los transectos por primera vez y se van haciendo las modificaciones necesarias. Dependiendo de la calidad de los mapas o de las ortofotos, a veces puede ser muy fácil confundir un camino con un cortafuegos o incluso con una carretera 😛
Es importante que la misma persona, en la medida de lo posible, realice los mismos transectos, ya que así evitamos las diferencias debidas a distintos observadores. Además, también hay que tratar de mantener un esfuerzo constante, esto es, que se realicen los transectos siempre con la misma frecuencia, dando las mismas pasadas. Si un día lo recorres en un sentido y al siguiente lo recorres en ambos sentidos estás doblando el esfuerzo, y es probable que encuentres más excrementos, con lo cual los resultados no son comparables.
También es vital mantener siempre una misma metodología: si los transectos son a pie, no hacerlos una vez a pie, otras en coche… O si los transectos los realiza una persona, no hacerlos otro día con dos (cuatro ojos ven más que dos, también estarías doblando el esfuerzo).
El equipo
Lo principal es llevar una ropa adecuada y suficiente, así como un calzado cómodo y resistente. Ten en cuenta que a veces tendrás que recorrer zonas aisladas, donde puedes estar expuestos a la lluvia, al viento o a cambios bruscos en el clima. Siempre es bueno llevar alguna prenda impermeable y algún gorro para protegerte del sol. Y crema solar, si no quieres terminar rojo como un tomate. Aunque parezca que no hace tanto calor en verano no deberías ir al campo sin ella (te lo digo por experiencia :P).
Es fundamental llevar agua suficiente, especialmente durante el verano. Según la metodología, los transectos pueden ser de varios kilómetros, así que no querrás sufrir de deshidratación. Lleva también algo de comer si vas a pasar mucho tiempo fuera. Y cuidado con eso de toquetear excrementos y luego pasar directamente a comerte el bocadillo 😉 😛
Imprescindible el cuaderno de notas y un lápiz o bolígrafo (según preferencias). Lleva siempre que puedas un GPS de mano. No sólo podrás cargar la cartografía y los transectos a realizar, sino que te servirá para georeferencias los excrementos cuando tengas que hacerlo y te será muy útil en caso de que te pierdas en una zona que no conozcas mucho. También un material básico para toma de muestras, así como todo el equipo de seguridad que exija el trabajo en cuestión.
La cámara de fotos también es importante. Muy útil tomar fotos de cada transecto, de cara a futuros informes, así como de algunos de los excrementos o de cualquier cosa destacable que te puedas encontrar. A mí, personalmente, me encanta la fotografía, así que siempre solía ir cargado con mi cámara personal 😛
Y hablando de material óptico, unos buenos prismáticos te vendrán muy bien. Lo mismo y si tienes suerte ves alguno de esos mamíferos que llevan esquivándote durante todo el transecto 😉
Cuando encuentras un rastro
Cuando al fin descubres esa huella, esas rascaduras o ese excremento que estabas buscando… ¿qué haces? Pues una vez más depende de las características del proyecto. Por supuesto necesitarás la libreta para tomar notas 😉 Normalmente también podrás georeferenciarlo usando un GPS de mano y quizás quieras hacerle una foto. Para ello cuenta siempre en tu equipo con una pequeña regla (unos 15 cm suelen ser suficientes) para colocarla junto al indicio al hacer la fotografía. De esta manera tendrás una referencia de tamaño y podrás comparar distintas fotos en caso que necesites consultarlas.
En ocasiones será necesario tomar una muestra del excremento para realizar posteriores análisis, como puede una identificación de la especie o del género por medio de la genética. Para ello debes contar con el equipo adecuado: guantes de látex, unas pinzas, una mascarilla, algún bote de muestras y algún conservante. La mayoría de las veces se puede usar alcohol, pero hay que tener presente cada especie y el tipo de análisis al que lo vas a someter después.
Todo este proceso no será necesario con cada excremento. A menudo sólo necesitarás tomar fotos de aquellos rastros que sean más escasos o menos abundantes, para tenerlo como futura referencia. O para hacerte una pequeña base de datos fotográfica que luego usarás cuando redactes los correspondientes informes. Que luego uno siempre echa en falta las fotos cuando las necesita.
La experiencia es un grado
Si eres inexperto, lo mejor es que al principio te acompañe alguien. A menudo te encontrarás huellas o excrementos que no sabrás reconocer, así que la ayuda de alguien con más experiencia te puede resultar muy útil. Pero no desesperes… Siempre habrá algún excremento o alguna huella que no sabrás reconocer. Da igual la experiencia que tengas. En ocasiones es imposible saber a qué animal corresponde un determinado excremento a menos que le hayas visto depositarlo 😛
La curva de aprendizaje es muy rápida, y enseguida estarás controlando los principales tipos de rastros. Aquellos animales que estén presentes en muy baja densidad dejarán muy pocos indicios, así que sólo podrás ir adquiriendo experiencia con el trabajo de diario.
Lleva siempre contigo una guía de rastros, aunque sea básica, que siempre te puede sacar de un apuro, especialmente si estás trabajando con especies con la que no estás muy familiarizado.
Lo mejor de este trabajo
Sin duda son las zonas en las que te mueves. Cuando trabajaba en Portugal me gustaba encontrarme en medio de la naturaleza. Aún siendo una zona bastante humanizada conservaba algunos rincones absolutamente espectaculares. Si te gusta la fotografía seguramente podrás sacar alguna buena instantánea.
Además, siempre que pasas largo tiempo en el campo tienes la oportunidad de encontrarte con fauna que de otra manera no sería posible. Aún recuerdo el primer corzo que vi, mientras terminaba de comer un bocadillo entre transecto y transecto. Sonidos de ramas rotas, movimiento en la ladera de la montaña. Me quedo quieto. Y un precioso macho de corzo (Capreolus capreolus) cruzó el camino a escaso 10 metros de mí. Se detuvo un instante, mirándome, y apresuró un tanto el paso para volver a perderse en el bosque. Simplemente fantástico.
Lo peor de este trabajo
Son muchas horas de trabajo. Normalmente tienes que hacer varios transectos a lo largo del día, lo que puede resultar agotador. En los días más intensos me llegaba a hacer 24 kilómetros por caminos de montaña. Pero aparte de la caminata seguramente tengas que coger el coche de un sitio a otro, por caminos de cabras que harán sufrir los amortiguadores de tu coche 😛
Además serán muchos kilómetros por senderos a veces escarpados, donde es fácil tropezar y torcerse el tobillo. O tener algún desagradable encuentro con la fauna local. Y no me refiero sólo a fauna salvaje, que según en que zona puede ser peligrosa, sino también a perros asilvestrados, muy comunes en la zona donde yo trabajaba y que iba en pequeñas manadas de hasta 5 ó 6 individuos. Normalmente basta con mantener la calma y mantenerse firme, se suelen asustar ellos antes que tú. Pero a veces acojona 😛
Y hasta aquí llega el post de hoy. Y como siempre, me gustaría conocer tu opinión. ¿Has realizado algún transecto alguna vez? ¿Cómo fue la experiencia? Cuéntamelo en los comentarios o en las redes sociales 😉
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Hola! Muy chulo tu post… Coincido en todo lo comentado… Hasta en el encuentro con el corzo… A mí me pasó más o menos igual. ?
Lo mejor, estar en sitios privilegiados, muchas veces solo y disfrutar a tope de la naturaleza.
Lo peor, encerrarse después con el ordenador y hacer el informe, con los IKA y con la fórmula del tal Eberthart ese… Jajaja.
Un saludo!!!!
¡Hola Javier!
Totalmente de acuerdo contigo. Yo muchas veces alucinaba de poder estar trabajando en parajes como aquellos, en medio de la naturaleza y sin nadie en kilómetros a la redonda. Y a mí también me mataba el trabajo de oficina. Aunque de vez en cuando siempre viene bien un descansito del campo 😛
Un saludo y muchas gracias por compartir tu experiencia con nosotros 😉
Buen post, aunque yo recomendaría que en las primeras ocasiones los transectos fuesen hechos junto a alguien con experiencia para «cogerle el aire» al trabajo. Sea con censos de aves visualmente o mediante cantos, o mucho más en el caso del rastreo o de los censos directos (conteo de animales), mejor entrenarse primero unos días para asegurar que se minimizan un poco los sesgos interpersonales…
Y una pequeña observación si me lo permites: aunque no se ven claramente, las marcas en el árbol quizá no sean de oso… no suelen dejar marcas de uñas lateralmente sino en vertical, y quizá un ungulado silvestre podría ser más probable… quizá un corzo aunque habría que buscar pelos, huellas y otros indicios en el árbol para asegurarse…
Un post interesante en cualquier caso 😉
¡Hola Paco!
Todas las observaciones son siempre no sólo permitidas, sino bienvenidas. Así cualquier post se enriquece mucho más con los comentarios de los lectores.
En cuanto a lo de ir acompañado, no lo he dicho explícitamente, pero sí, más que recomendable yo diría que es casi indispensable. La experiencia es un grado y en esta disciplina es fundamental. Concuerdo totalmente contigo al respecto 😉
Y en relación a las marcas del supuesto oso, puede que tengas razón. Yo no tengo experiencia con osos, ya que no he tenido oportunidad de trabajar con ellos, y en los tres años que viví en Asturias tampoco pude verlos.
Sin embargo, en este caso, fueron los guardas que nos acompañaban quienes señalaron que eran de oso. Además, encontramos pelo muy cerca, e incluso había un pequeña barandilla de madera que tenía marcas de dientes y había sido mordida, y en todos los casos esos mismos guardas nos indicaron que eran producidas por osos. Pero ya te digo que, a nivel personal, no te lo puedo decir con seguridad, me baso en la opinión de la guardería del parque.
Muchas gracias por tu aportación y por tu valiosa opinión. ¡Un saludo!
Muchas gracias, bichólogo.
Usaré este post como ejemplo para los alumnos y alumnas de Gestión de la Conservación del Medio Natural de la Escuela de Selvicultura de Tineo.
Es fácil motivar con ejemploa así.
Por si nos quieres visitar, nuestro curso en moodle:
https://aulasvirtuales.educastur.es/course/view.php?id=721
¡Hola Uxío!
Un placer el poder colaborar para motivar a compañeros y futuros profesionales del sector. Y más aún en un tierra a la que tanto aprecio tengo como es Asturias 😉 Para cualquier otra cosa que necesitéis ya sabéis como contactarme. Y por cierto, no me deja echar un vistazo al curso, me pide nombre de usuario y contraseña.
¡Un cordial saludo!
Yo soy de México , estamos comenzando un trabajo en Selva baja caducifolia que se distingue porque en la época de secas la mayoría de los vegetación pierde su follaje y ya reverdese en épocas de lluvia. El trabajo es de ausencia\presencia de mamiferos. Hasta ahorita al hacer los recorridos hemos visto tejones, zorrillos y sobre todo buena cantidad de letrinas de zorra gris. Esperemos que en la época de lluvia podamos ver algunos más para una buena foto jeje. Saludos
¡Hola Raúl!
Suena muy interesante. Me encantaría pode trabajar en una zona así 😉 ¡Qué envidia! Si conseguís alguna fotillo interesante pásate por aquí de nuevo y nos la enseñas 😉
Muchas gracias por pasarte y comentar. Y mucha suerte con tu proyecto. ¡Un saludo desde España!
Hola
Amo estar en campo. He participado en muestreos para limnología, caracterización florística y censo de mamíferos (principalmente primates) tanto en planicie como en montaña en Colombia y Perú. Adicionaría, repelente ya que hay enfermedades que transmiten los zancudos con las cuales no se tiene si quiera profilaxis como por ejemplo la leishmaniasis; también llevar suero antiofidico por si aparece algún elápido o vipérido. No omitir tampoco cosas como linterna de cabeza de pilas (por si les cae la noche), aislante térmico e impermeable (por los cambios de temperatura), suero mineral, pastillas de cloro, sal y alcohol (parala cocina y las heridas). Si se va a censar, evitar prendas llamativas ya que hacen que los animales detecten más rápido la presencia humana, al igual que los desodorantes o jabones perfumados. Ser precavidos con la limpieza tanto del cuerpo como de las prendas, no es bueno tener una larva de algún díptero en nuestra piel por no lavar frecuentemente la ropa…
Los Binoculares no pueden faltar, al igual que una brújula. Sugiero, para llevar los datos usar libretas iimpermeables, o que sean del papel normal pero entonces usar lápiz de carbón (lápices de tinta o esféros manchan la hoja cuando ésta hace contacto con el agua). Marcar el equipo (libreta, lápiz, GPS, brújula, machete, navaja, etc) con cintas llamativas, cosa que, si se cae al suelo resulte más fácil detectarlo.
Por ahora tengo presente estos detalles. Lo más bonito fue ver los grandes monos araña (Ateles hybridus) en el magdalena medio, o ver el jaguar (Panthera onca) y un tapir hembra (Tapirus terrestris) que cayeron horas antes de recoger las cámaras-trampa en la amazonía peruana. Lo más difícil que me ha tocado fue padecer de malaria. Lo más feo, llegar a casa y destinar tanto tiempo en el computador pasando datos.
Saludos
¡Buenas, Jeisson!
Censar por aquellos lugares debe ser toda una aventura. Ver monos araña, jaguares y tapires es uno de mis sueños jeje Aunque he estado dos meses en Perú no pude ir a la amazonía peruana. Se trata de una de mis cuentas pendientes.
Respecto a los consejos que das (muy útiles) tratamos alguno de ellos en un par de posts invitados sobre kits de supervivencias y de primeros auxilios, y complementan muy bien algunas de las cosas que se hablaron allí.
Muchas gracias por compartir tu experiencia con nosotros, que por cierto es apasionante!
Me ha gustado mucho tu post. Yo solo he hecho un par de transectos en la universidad en excursiones, pero siendo un grupo numeroso creo que para nada es lo mismo (las posiblidades de ver fauna se reducian a niveles infimos dado el ruido que haciamos).
Me gustaria mucho poder hacer transectos acompañada claro para poder aprender! Suena agotador (24 km! ), ligeramente peligroso (me imagino mi cara de panico al ver a la manada) pero desde luego suena interesante y de eso que terminas el dia sintiendote muy realizado.
¡Hola Naiara!
Aunque compartir estas experiencias de campo con gente es una buena práctica (y muy didáctica) es verdad que no es la mejor forma de disfrutar del monte jeje Respecto a lo cansado del trabajo, pues sí, a veces puede serlo mucho, pero no más que cualquier otro tipo de trabajo de campo jeje Simplemente hay que estar preparado. Y respecto a la peligrosidad, bueno… Tampoco es tan fiero el león como lo pintan. Yo, salvo algún encontronazo con algunos perros asilvestrados no he tenido el menor problema jeje Hombre, en zonas donde existan grandes depredadores bien podría resultar algo más peligroso, pero en general, manteniendo unas cuantas normas básicas de precaución (y mucho sentido común) no hay el menor problema 😉
Si consigues dedicarte a esto de la biología seguro que tendrás oportunidad de hacerlos 😉 Además, existen algunos programas de censos a nivel nacional coordinados por distintas asociaciones en los que puedes participar ocupándote de alguna cuadrícula UTM (de forma voluntaria y altruista, me temo). Hace poco ayudé a una amiga en un censo de tejoneras y me resultó muy entretenido (aunque no vimos ningún tejón si que encontramos un par de tejoneras :D).
¡Un saludo y muchas gracias por pasarte a comentar!
Muy interesante. Yo vivo en Kenia y he trabajado también en Mozambique, aquí los transectos de mamíferos grandes son siempre en coche o avioneta/helicóptero. Pero aún así, siempre es mucho trabajo y agotador.
Buen post.
Un saludo
¡Hola Iñaki!
Vaya, te respondí ayer pero parece que no se publicó jeje Te decía que es que África son palabras mayores jeje Para censar esas grandes manadas de ñúes, cebras, elefantes y demás por esas enormes extensiones de terreno y que se desplazan tanto se hacen de forma mucho más sencilla en vehículo. Nunca he tenido la oportunidad de conocer África más allá de Túnez y ni mucho menos participar en uno de esos censos. Pero debe ser algo espectacular. África es uno de los destinos obligados para cualquier bichólogo, así que espero poder tacharlo pronto de mi listas de sitios a visitar 😉
Un saludo y muchas gracias por tu comentarios.