Una de las cosas más difíciles durante la carrera es conseguir algo de experiencia práctica. Y no me refiero a prácticas de laboratorio o salidas al campo, no. Me refiero a experiencia real, en un trabajo real, realizando labores propias de un investigador, de modo que cuando salgas al inclemente mundo laborar seas capaz de afrontarlo con un mínimo de garantías.
De entre todas las maneras posibles de adquirir dicha experiencia la más asequible y fácil es, sin duda, colaborar con algún grupo de investigación. Mucha gente ni siquiera sabe que existe esa posibilidad y terminan la carrera con un gran número de conocimientos pero sin tener ni la menor idea de como se aplican en el mundo real. Así que hoy te voy a contar como llegué yo a estar trabajando varios años en uno de estos grupos de investigación de mi universidad ???? Pero te adelantaré que no sólo ha sido una experiencia de lo más enriquecedora a todos los niveles, que no sólo he conocido a buenos amigos que aún mantengo, años después, sino que todo lo que he conseguido en el ámbito de la investigación, tesis incluida, se lo debo a esos años. Y sin ellos, yo probablemente no sería el mismo que soy ????
¿Cómo llegué a entrar en el grupo de investigación?
Ya te he comentado que cuando comencé la carrera me encontré que el primer año de Biología era muy distinto al que me había imaginado. Eso me desanimó un poco pero, habiendo curioseado en las asignaturas de los años siguientes, sabía que después venía lo mejor y que la cosa mejoraba sensiblemente. Así que pasé mis primeros años bregando contra la bioestadística, la física, la química, las matemáticas… Pero en el tercer año ya tenía ganas de probar cosas nuevas. De hacer algo verdaderamente interesante, algo de eso que hacen los biólogos de verdad. Ya había visto que había gente que colaboraba con los grupos de investigación, pero no tenía muy claro cómo se conseguía eso. Sabía que me gustaba mucho el comportamiento animal, así que hablé con mi colega el bioblologo y decidimos subir al despacho del catedrático de Zoología, que también era el director de grupo de investigación en Etología.
La verdad es que no tengo muchos recuerdos de aquella charla. Sé que me impresionó su despacho, todo lleno de cráneos de los bichos más diversos, conseguidos durante sus viajes por el mundo: un jaguar, un delfín, algún caimán… y hasta un par de cráneos de gorila. En definitiva, un lugar fascinante y evocador para dos bisoños estudiantes como nosotros. Y sin saber muy bien qué decirle, pues nos adentramos en aquel despacho que nos terminaría resultando tan familiar y y le dijimos que nos encantaría colaborar en su grupo. En realidad no teníamos muy claro que podíamos hacer, pero sabíamos que queríamos aprender. Y debimos de transmitirlo, porque el catedrático nos dijo que estaban llevando a cabo varios experimentos y que les vendría bien algo de ayuda con el trabajo de campo. Pero que si íbamos a participar que necesitaríamos un cierto grado de compromiso, una cierta continuidad. Asentimos sin dudarlo ????
No podíamos creernos nuestra suerte. ¡Íbamos a colaborar con biólogos de verdad! Estábamos exultantes. Hoy en día, cuando miro hacia atrás, sonrío al recordar quiénes éramos cuando entramos aquel día y quiénes éramos cuando nos fuimos, varios años después. Y es que, querido lector/a, la decisión de ir a hablar con aquel catedrático ha sido una de las mejores decisiones de toda mi vida.
Comenzando en el mundo de la investigación
Dicen que los comienzos son duros y algo de verdad hay en ello. Pero quizás sea por la ilusión que tenía entonces, quizás por la enorme cantidad de información que tenía ante mí, o por el simple hecho de tener la oportunidad de trabajar con animales tan de cerca, el caso es que tengo muy buen recuerdo de esos primeros y tímidos pasos en el mundo de la investigación. Y no te creas que hice algo espectacular y tremendamente interesante. Lo primero de todo es aprender, así que la única función que podía llevar a cabo en esos primeros momentos era… anotar. Sí, me dedicaba a ir apuntando todos los datos en las hojas y pasándolos a Excel. Apasionante ????
Pero en el proceso fui aprendiendo muchísimo más de lo que me imaginaba. Por aquel entonces estaban estudiando gorriones comunes (Passer domesticus) en el aviario, haciendo distintos estudios. Mientras iba anotando todo lo que me decían aprendí cómo se coge correctamente un paseriforme con una mano, de modo que tengas la otra libre para hacer las mediciones; cómo se miden los distintos caracteres morfométricos (pico, tarso, quilla, recreces…); cómo se toman muestras de sangre, cómo se almacenan, cómo se hace un frotis y qué es una centrifugadora de capilares. También aprendía cómo se realiza un experimento, qué es el grupo control o cómo se usaban la fitohemaglutinina y el PBS para medir la respuesta inmune de un ave. Todos ellos conocimientos que, de otra manera, no habría adquirido durante la carrera y que posteriormente me resultaron tremendamente útiles.
El día a día consistía en capturar gorriones en los aviarios, asistir a cómo se hacían los experimentos y leerme artículos que me iban pasando para saber qué es lo que realmente estaba haciendo, en vez de realizar el proceso mecánicamente. También pasaba tiempo en el laboratorio, aprendiendo a centrifugar las muestras de sangre para separar el plasma de las células, o charlando con los demás investigadores, empapándome de todo lo que podía y aportando en la medida de mis posibilidades.
Empiezan las publicaciones
Y todo trabajo tiene su recompensa. Y este, aunque aún no cobrase por él, también. Cuando llevaba ya algún tiempo colaborando con ellos, surgió la posibilidad de ir al IX Congreso Nacional y VI Iberoamericano de Etología en Madrid, allá por 2002. Y como habíamos trabajado mucho y bien, pudimos presentar algunos pósters. Y bien productivo que fue. No sólo conseguí las primeras publicaciones de verdad, sino también participé en un curso que se organizaba de forma paralela. Después vino mi primera mención en un artículo. No como co-autor, pero sí en los agradecimientos, cosa que me hizo mucha ilusión por aquél entonces.
Hoy en día, sin embargo, las cosas son distintas y los tiempos van cambiando a paso agigantados. Las publicaciones en congresos ya no son tan valiosas y debes tratar de publicar tu primer paper cuanto antes, aunque sea como co-autor, o te quedarás muy atrás en la carrera por conseguir cualquier vacante o beca. La competitividad hoy es muchísimo más alta que por aquellos años en que yo comenzaba en el departamento.
Poco a poco, me fui formando y adquiriendo cada vez más responsabilidades y asistiendo a más congresos. Ya no sólo colaboraba tomando notas en los experimentos o en el laboratorio, sino que me encargaba del seguimiento de las cajas-nido instaladas por todos los tejados de la facultad. Esto implicaba ir cargado con una gran escalera metálica y comprobando uno a uno los nidos, para ver si estaban ocupados o no, cuándo comenzaba la reproducción, cuántos huevos ponían, cuántos pollos nacían, anillar dichos pollos y posteriormente ver cuántos sobrevivían. Además, también había que capturar a los padres en cada nido y poder ver quién era padre de quién 😛
Todo ello me suponía ir dedicando cada vez más tiempo al departamento. A menudo mis compañeros estaban en clase o tomando una cerveza en las horas libres mientras yo estaba por los tejados de facultad, revisando nidos de gorrión, pertrechado con una caja de herramientas con todo lo necesario para anillar los pollos y los adultos que iba capturando. Sin embargo, no descuidé tampoco las clases, asistiendo a aquellas más complicadas y consiguiendo los apuntes de las clases a las que faltaba, además de dedicar muchas horas a recuperar el tiempo estudiando en la biblioteca (y echando también alguna partida de dardo o de billar, para que nos vamos a engañar :P). Pero si uno se organiza bien, siempre hay tiempo para todo 😉
Sin embargo, al terminar la carrera, me surgió aquel voluntariado en Perú y meses después la posibilidad de tener mi primer trabajo pagado. Así que abandoné el departamento de zoología de forma indefinida. Pero para aquel entonces ya tenía en mi haber 4 pósters en congresos, lo que venía a ser 4 pósters más que la inmensa mayoría de mis compañeros de carrera, a la par que una experiencia de lo más provechosa.
La vuelta al grupo de investigación
Aquella primera experiencia laboral duró algunos meses, pero luego surgió la posibilidad de hacer el doctorado en Bolivia. Oportunidad que se disipó al estallar una pequeña revolución justo en la ciudad donde iba a quedarme. Encadené un trabajo de técnico en otra universidad y, por azares del destino, me surgió la posibilidad de volver al mismo grupo de investigación, con la misma gente, sustituyendo al Bioblogo, que por aquel entonces comenzaba sus periplos por el mundo y tenía que dejar su puesto de técnico de apoyo a la investigación.
Esto me permitió seguir alimentando mi currículo y optar a una beca para no doctores de mi universidad, cuyo trabajo cristalizó en la publicación de mi primer artículo y además como primer autor. Ya no sólo tenía experiencia práctica de campo, sino también con el trabajo de gabinete. Mi currículo era cada vez más completo y todo esta experiencia previa me abrió el camino hacia la consecución de una beca predoctoral de cuatro años en ese mismo grupo de investigación, con todo lo que conllevaba: escribir y publicar más artículos, realizar estancias breves en el extranjero y asistir a más y más congresos. Un efecto bola de nieve que me fue abriendo nuevas puertas con el paso del tiempo.
Concluyendo
Un hecho tan simple, al menos en apariencia, como atreverme a acercarme al despacho del catedrático a decirle que me encantaría colaborar con el Área de Zoología cambió para siempre mi futuro, marcando profundamente mi trayectoria estudiantil y laboral. Si duda fue una etapa crucial que comenzó a definirme como el profesional que soy ahora mismo y que además me preparó para todo lo que estaba por venir.
A menudo no somos conscientes de la importancia de todo lo que hagamos mientras estudiamos la carrera de biología ni de las repercusiones que todo ello puede tener en nosotros en el futuro. Y muy a menudo también nos damos cuenta demasiado tarde que podríamos haber aprovechado esa etapa mucho más de lo que lo hicimos. Toda la gente que conozcas durante esos años, todas las relaciones profesionales o de amistad que establezcas con otros profesionales, todos las publicaciones que acumules y todos los conocimiento que atesores se convertirán en la mejor arma que encontrarás al enfrentarte al incierto panorama laboral actual.
Nadie puede asegurarte que colaborando con un grupo de investigación vas a encontrar trabajo seguro y que te harás un hueco en la Universidad. Pero lo que sí te puedo decir es que la experiencia que adquirirás, las vivencias que tendrás, no sólo son impagables, sino que no podrás adquirirlas por otros medios durante la carrera. No dejes escapar esta suculenta oportunidad que te brindan los grupos de investigación. Aunque no te quieras dedicar a la investigación profesionalmente, la experiencia que adquirirás te servirá a muchos niveles: organización del trabajo, disciplina, esfuerzo, redacción de documentos formales y/o científicos…
Es una posibilidad que todo el mundo tiene a mano pero que, por desconocimiento, miedo, inseguridad o desinterés, deja pasar de largo. Y cuando llegue el momento de presentar tu primera candidatura a un trabajo y soliciten experiencia, habilidades demostrables de redacción, interés por la investigación o habilidad para trabajar largas jornadas de campo en lugares remotos, entonces te acordará de este post y de la magnífica oportunidad que perdiste.
Sin embargo, no te duermas en los laureles. El mundo hoy es tremendamente competitivo y necesitas estar actualizándote y compitiendo constantemente. Lo que era válido cuando yo colaboraba con aquel grupo de investigación no tiene por qué serlo hoy en día. En aquella época internet daba sus primeros pasos en los hogares de clase media, no existían las redes sociales y los blogs no tenían el poder que tienen ahora. La información circulaba mucho más lentamente que hoy en día. Así que, para aprovechar estas oportunidades que te brindan las colaboraciones con los grupos de investigación tendrás que emplear todas esas nuevas herramientas que están a tu disposición y tendrás que enfrentarte a nuevos retos y a distintas exigencias. Ya no vale con un par de pósters en un congreso para destacar. Tendrás que exigirte mucho más a ti,sí, pero también valorar tu propio trabajo y hacerte valer. No te despistes y, sobre todo, no te confíes 😉
Y esto es todo por hoy. Espero que el post te haya resultado interesante. ¿Tienes alguna experiencia trabajando en un grupo de investigación? ¿Tienes pensado entrar a formar parte de alguno? ¿Te gustaría dedicarte profesionalmente a la investigación? Cuéntamelo todo en los comentarios o escríbeme en cualquier de las redes sociales 😉
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