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El entrevistado

Hoy tengo el placer de entrevistar a Roger Jovani, biólogo por la Universidad de Barcelona, doctor por la Universidad de Sevilla, e investigador postdoctoral en el Helmholtz-Centre for Environmental Research GmbH – UFZ (Leipzig, Alemania). Actualmente trabaja como investigador contratado en el Departamento de Ecología Evolutiva de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), donde realizó su tesis doctoral y donde ha sido investigador Ramón y Cajal. Lidera el grupo Jovani Lab y está dirigiendo tres tesis doctorales.

La profesión de investigador, con Roger Jovani

Por si este currículo no fuera suficientemente impresionante, te contaré que actualmente es editor de Ardeola y editor asociado de Population Ecology, que ha publicado 75 artículos en revistas SCI y que estudia la ecología y evolución de la relación entre las aves y los ácaros de las plumas, así como el comportamiento colectivo en aves y otros fascinantes aspectos de su ecología y evolución, que le han valido el Premio Francisco Bernis a la investigación en el XXIII Congreso Español de Ornitología. Y hoy viene a hablarnos de la profesión de investigador, de qué supone hacer ciencia y hacerla en España y de otras muchas cosas que estoy seguro que no quieres perderte ;). Por cierto, he querido resaltar en negrita algunas frases de Roger que me han parecido especialmente interesantes 😉

La entrevista

1. ¿Qué te llevó a dedicarte al mundo de la investigación?

Empecé en mi adolescencia subiendo a nidos, abriendo egagrópilas, y haciendo etogramas como becario del Zoo de Barcelona. Antes de empezar la carrera de biología ya ayudaba en campañas de anillamiento de aves e iba a la biblioteca de la Facultat de Biologia de la Universitat de Barcelona a fotocopiar artículos científicos. Me costaba horrores leer esos artículos con mi inglés precario, pero me parecían apasionantes. También recuerdo los catálogos de libros de la NHBS y el traducir algunos libros como el “Population Ecology of Raptors” de Ian Newton o “The Magpies” de Tim Birkhead.  Para cuando terminé la carrera de biología ya había hecho mis primeras colaboraciones científicas, trabajado como anillador de aves, publicado mis primeros artículos y empezado a visitar la Estación Biológica de Doñana. Para entonces ya tenía muy claro que quería dedicarme a la investigación. .

2. ¿Cuáles son tus líneas de investigación?

Actualmente mis investigaciones se centran en entender los sistemas hospedador-simbionte, algo que no he dejado de hacer desde el año 1996, pero que he podido intensificar durante los últimos años. En particular, estudio (con mi equipo) la relación ecológica y evolutiva entre las aves y los ácaros de las plumas, aunque no es lo único que estudio. Os invito a asomaros a la web de mi grupo (jovanilab.com) donde también encontrareis estudios sobre el comportamiento colectivo en aves, trabajos más teóricos en ecología evolutiva, y el estudio de las barras de estrés y la coloración de las plumas de las aves.

Capturando aves con redes japonesas

3. Como investigador, la bioestadística y el inglés son dos herramientas que usas con mucha frecuencia. ¿Aconsejarías a los lectores hacer algún curso extra en estos temas?

(Lo de dar consejos es difícil. Cada caso es un mundo. Contaré lo que a mí me sirve.)

Sí, son dos herramientas imprescindibles y hace falta saber mucho más de lo que puedas aprender en la carrera. Pero no lo veo como un obstáculo a superar antes de hacer ciencia, sino algo que se va aprendiendo con la práctica.

De métodos estadísticos hay muchos, por lo que “aprender estadística” es una entelequia que suele bloquear y frustrar. Lo que sí que es importante es ir desarrollando “intuición estadística” intentando llegar al fondo (a las tripas) de los análisis estadísticos que vas usando.

En cualquier caso, hay que usar la estadística en su justa medida; solo es una herramienta más de la ciencia. ¡Ojalá no hiciera falta la estadística! No hay que olvidarse que hay muchas cosas (patrones, procesos) que se pueden estudiar sin estadística, y lo que aún es peor, que a menudo puedes dejar de ver lo que dicen tus datos si aplicas “a ciegas” la estadística como si fuera un oráculo (que no lo es). Por lo tanto, según mi experiencia, tan importante (o más) que la estadística es examinar a fondo los datos directamente; los datos brutos. Después graficarlos de múltiples maneras para entender lo que nos dicen sobre el tema que nos interesa (no necesariamente solo sobre la hipótesis que tenías pensada sobre cómo funciona tu sistema). Colgarse las mejores gráficas en sitio visible durante días o semanas no viene nada mal; no todo se ve al momento, por sencilla que parezca la gráfica. Y luego, hacer los análisis estadísticos necesarios para llegar donde no llegan las otras dos aproximaciones. En ocasiones los análisis estadísticos son imprescindibles, pero en muchos casos una buena gráfica cuenta muchísimo mejor la realidad de los datos que la estadística que se hace de ellos (a menudo sin graficarlos ni antes, ni durante ni después).

En cuanto a los cursos, yo hago aquellos que “me muero por hacer” para poder analizar unos datos concretos que necesitan de esa aproximación. Y no espero salir del curso con todo aprendido. Un curso acostumbra a servir, en el mejor de los casos, para ponerte sobre la pista de lo que hay que aprender cuando llegas a casa.

Pasando al inglés, para aprender a leer inglés científico lo mejor es leer muchos artículos; para entender una charla lo mejor es escuchar muchas, a ser posible de temas que te interesen mucho, no necesariamente científicas (“YouTube”, “TED talks”); y para hablar en inglés buscar la manera de hacerlo frecuentemente. Además, en el proceso, habrás leído mucho, visto muchas charlas y discutido muchos temas. Aunque no entiendas mucho de lo que lees o de lo que escuchas, no pasa nada; insiste y de golpe un buen día no sabrás si lo has leído/escuchado en inglés o en castellano.

4. En la carrera investigadora, ¿crees que es imprescindible estar fuera algunos años? ¿Incluso si quieres trabajar en España?

Es un tema controvertido. “Estar fuera algunos años” puede ser bueno, o puede ser malo. Depende. Mi opinión es que este debate se plantea en España porque tenemos mucho complejo de inferioridad. En parte está justificado porque hay países con trayectorias científicas mucho menos lastradas históricamente que la nuestra. Pero eso no debe hacernos olvidar que en España se hace ciencia de primer nivel mundial. No tiene nada de malo ir a investigar a otro país, pero para que te sirva para mejorar como investigador/a (si es que estamos hablando de esto) hay que plantearse seriamente dónde, con quién, y para qué. Yo he estado como postdoctoral en Alemania más de dos años. Me sirvió y no me arrepiento de la experiencia, pero no por eso creo que sea imprescindible para formarse bien. Es verdad que estando en el extranjero es más fácil enriquecerse con maneras distintas de organizar y hacer ciencia (lo que llamamos “ver mundo”). Pero tampoco creo que sea para tanto.

Otro tema es si a la práctica es imprescindible para llegar a ser investigador/a en España. Eso depende de los criterios de evaluación de turno, así que creo que es mejor centrarse en buscar la manera de mejorar como investigador/a, más que tomar decisiones en base a otras consideraciones de índole más estratégica que además pueden cambiar con el tiempo. De todos modos, nunca está de más mirarse las convocatorias a las que se aspira a 2-4 años vista.

5. ¿Qué piensas del actual sistema de publicación y de la enorme presión que hay por publicar los resultados de la investigación?

Supongo que en algún momento decaerá el tipo de presión que hay ahora, pero su magnitud no se reducirá si siguen los niveles de financiación actuales de la ciencia en España; seguirá habiendo mucha más gente cualificada que plazas disponibles en cualquier nivel de la carrera investigadora. En cualquier caso, sí que espero que la presión se recanalice hacia la calidad de lo que se descubre. Venimos de unas décadas donde publicar en revistas de renombre internacional ya era sobresalir. Ahora, la gran mayoría de científicos/as ya lo hacemos, así que ahora no solo hay que publicar mucho sino “bien” (en “top journals”). El paso lógico al que se está empezando a tender poco a poco es a evaluar la calidad de la ciencia que se hace. Para ello hay que olvidarse de pretendidas objetividades y aceptar que hay que incurrir en (honestas) subjetividades para evaluarnos entre nosotros, en lugar del escenario actual donde seguimos evaluándonos básicamente con el número de (“top”) publicaciones que atesoramos cual Gollum, y que, queramos o no, acaba afectando la manera cómo investigamos.

6. Tú, como científico en activo, ¿cómo ves la profesión de investigador? ¿Merece la pena?

Nunca me he planteado si vale la pena en términos de costes/beneficios o nivel de formación/retribución. Es por esto que se dice que la investigación es muy vocacional, porque solo se entiende cuando pones en el cesto de los beneficios el placer de la investigación. Para mí esto se traduce no solo en los momentos Eureka, que son escasos y esquivos, sino en el conjunto del proceso desde pensar y discutir una y otra vez un mismo problema con personas con las que disfrutas investigando, el pensar cómo ejecutar el estudio, obtener los datos, encontrar el ángulo adecuado para visualizarlos y analizarlos, hacer un código elegante y bien anotado, construir un relato a la hora de comunicar los resultados y encontrar la manera más directa, transparente y precisa de cómo es la realidad de lo que has encontrado y por qué es interesante. No lo digo por decir; realmente disfruto de cada parte del proceso. Soy consciente que aparte del famoso momento Eureka y del trabajo de campo, el resto de elementos más tediosos no son muy populares. Supongo que solo se dedica a largo plazo a la investigación la gente que disfruta de todos o la mayoría de estos pasos.

Siguiendo individuos con el telescopio

7. ¿Qué es lo que más valoras o lo que más te aporta de la investigación científica?

Todos los elementos de un estudio científico que he enumerado podrían servir para contestar esta pregunta. Además, no hay que olvidar que, aunque hay pasos que se realizan en solitario, la mayoría se realizan en equipo. A parte de la ventaja logística de trabajar en equipo, posiblemente lo más importante y gratificante (al menos para mí) es la discusión de ideas. Aunque muchas ideas surgen en solitario después de “obsesionarte” durante un tiempo sobre una cuestión, muchas veces son el fruto de largas discusiones con miembros del equipo. Las discusiones entre dos-tres personas son para mí las más estimulantes y productivas. Realmente se llega más allá de donde podrían llegar las mismas personas pensando por separado (creo que incluso si las personas tuvieran exactamente los mismos conocimientos).

Pero hay algo más profundo y que encuentro muy gratificante: hacer ciencia consiste en perseguir la verdad. Es decir, hacer justicia a la naturaleza (igual que conocer la verdad de los hechos es necesario para dictar sentencia). Pero no suele darse mucha importancia a la verdad en otras facetas de la vida, quedando relegada a un segundo plano frente a otras consideraciones (por decirlo suavemente). Pero es lo que más aprecio sobre la ciencia: que lo que se diga sea CIERTO, sin importar si es conveniente, esperable o bonito. Parece una obviedad, pero no lo es tanto. Dejando de lado los fraudes científicos, perseguir la verdad no es tarea fácil. Requiere, por ejemplo, cuestionarse a uno mismo continuamente, aceptar de buen grado críticas a diario, y no dar un resultado por bueno a la primera, aunque sea adecuado (para ser publicado).

Además, he aprendido que si llegas al fondo de un tema (todo lo que se pueda) y eres capaz de mostrar cómo es realmente, la belleza de lo que encuentras es infinitamente superior a cualquier hipótesis que puedas plantear a priori y que tus datos puedan confirmar “dando significativo”. Es por esto que a menudo me gusta mostrar los resultados lo más “crudos” posible. Esto tiene una derivada controvertida: nos han enseñado que hacer ciencia es poner a prueba hipótesis, y ciertamente la ciencia ha avanzado mucho de esta manera. Pero no hay que perder de vista que lo que queremos entender es la naturaleza, no la hipótesis. A lo que voy es que la observación con las mínimas ataduras posibles (incluidas las hipótesis; es decir, con los prejuicios) es también un gran motor de la ciencia. En ecología evolutiva, casi cualquier cosa que observas podría haberse planteado potencialmente como hipótesis, sencillamente porque de no ser así lo que has encontrado contradeciría aspectos fundamentales del conocimiento en ecología y evolución, y esto, claro, es tan infrecuente como revolucionario si ocurre. El problema es que estamos aún muy limitados en nuestro poder predictivo y por lo tanto en la contundencia de las hipótesis que podemos plantear (esto pasa muchísimo menos en otros campos de la ciencia como la física teórica). Por lo tanto, en biología tenemos que estar muy abiertos a que la naturaleza nos sorprenda, y no solo eso: tenemos que plantear conscientemente estudios que permitan a la naturaleza sorprendernos. Y no menospreciar los análisis “descriptivos”, “sin hipótesis”, sobre todo si lo comparamos con estudios con hipótesis impostadas o formuladas a posteriori. Soy consciente de lo herejes que pueden resultar estas palabras, pero lo creo firmemente: una cosa es que seamos “como enanos a hombros de gigantes”, y otra es que no sepamos andar descalzos de vez en cuando. En cuanto a las hipótesis, no todas son iguales. Hay hipótesis que si fallan no pasa nada (porque, sin inmutarnos, rápidamente planteamos una explicación alternativa), mientras que hay otras hipótesis que si son refutadas nos dejan por un momento sin asidero, en el abismo, lo que nos hace replantear la idea de cómo funciona nuestro sistema. Estas son las hipótesis que más vale la pena estudiar.

8. ¿Y lo que menos te gusta?

De la ciencia en sí no tengo queja, pero hacer ciencia en España tiene un doble problema: la estabilidad laboral y la burocracia. Creo que es lo que crea más frustración y ralentiza más el desarrollo científico. Incluso más que el bajo nivel de financiación. La burocracia es como la estadística: ojalá no hiciera falta. Es verdad que es necesaria, pero el grado de burocratización tendría que ser el óptimo para garantizar un equilibrio entre eficiencia y control, y actualmente estamos decantando la balanza por el lado del control. Claramente necesitamos pasar del actual modelo que pone cada vez más trabas a lo que se puede hacer y al cómo se puede hacer, para pasar a un modelo donde se dé más libertad a la gestión de la ciencia. Eso sí, rindiendo cuentas sobre el uso de los recursos y las libertades. Hay un gran potencial humano para la ciencia en nuestro país, pero hace falta creer en él y darle muchas más herramientas para que nos podamos dedicar a eso: a hacer ciencia.

9. Recientemente has conseguido el premio Francisco Bernis a la investigación, en el último congreso nacional de Ornitología de SEO/BirdLife. ¿Qué ha supuesto para ti?

A menudo en ciencia es fácil acabar pensando que pocos saben lo que haces y que a menos les importa (por más que citen tus trabajos). Así que ver que un grupo de colegas científicos que respetas no solo te incluye como potencial candidato para un premio, sino que además te escoge, es un gran honor. Como dije en la ceremonia de entrega, agradezco a SEO/BirdLife el mantener un galardón como éste que visibiliza científicos y científicas que estamos más en precario de lo que (modestias aparte) merece nuestra trayectoria. Y somos mucha gente. Mucha más de lo razonable.

Roger Jovani agradeciendo la concesión del Premio Francisco Bernis

10. Un consejo para todos aquellos lectores que están planteándose realizar un doctorado.

Cuando era pequeño, un día mi padre rompió una piedra, me enseñó la parte interior de las dos mitades y me dijo “esto no lo ha visto nadie antes”. Puede parecer una tontería, pero si lo piensas bien, en esto se basa la ciencia: en descubrir una nueva “verdad” que no ha visto nadie antes. Hay muchos motivos por los cuales la gente hace una misma cosa, y lo mismo pasa con hacer una tesis. Si el motivo son tus ganas de saber lo que hay “dentro de la piedra” te será difícil resistirte. No digo que todo vaya a ser un camino de rosas; eso dependerá de muchas otras cosas, y a menudo no fáciles de controlar. Y tampoco quiere decir que aunque trabajes fuerte vayas a poderte dedicar a la ciencia de por vida. Pero si realmente te apasiona la idea (y el sistema te lo permite), creo que vale la pena intentarlo.

Más información

Puedes ponerte en contacto saber más sobre Roger Jovani en su web (jovanilab.com) o en sus perfiles sociales:

Y hasta aquí la entrevista con Roger. ¿Qué te ha parecido? ¿Tienes interés por la carrera investigadora? ¿Te mola todo el proceso de la investigación? ¿Te ha motivado esta entrevista a lanzarte al mundo de la ciencia y la investigación? Cuéntamelo todo en los comentarios o por las redes sociales. Y no olvides compartir este post en tus redes sociales o a cualquier que creas que le pueda interesar.

Por cierto, como me gusta ser transparente, te comento que los enlaces a los libros son de afiliados: si los compras a través del link me llevo una pequeña comisión y a ti te cuesta lo mismo 😉

El entrevistado

Hoy tengo el placer de entrevistar a Roger Jovani, biólogo por la Universidad de Barcelona, doctor por la Universidad de Sevilla, e investigador postdoctoral en el Helmholtz-Centre for Environmental Research GmbH – UFZ (Leipzig, Alemania). Actualmente trabaja como investigador contratado en el Departamento de Ecología Evolutiva de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), donde realizó su tesis doctoral y donde ha sido investigador Ramón y Cajal. Lidera el grupo Jovani Lab y está dirigiendo tres tesis doctorales.

La profesión de investigador, con Roger Jovani

Por si este currículo no fuera suficientemente impresionante, te contaré que actualmente es editor de Ardeola y editor asociado de Population Ecology, que ha publicado 75 artículos en revistas SCI y que estudia la ecología y evolución de la relación entre las aves y los ácaros de las plumas, así como el comportamiento colectivo en aves y otros fascinantes aspectos de su ecología y evolución, que le han valido el Premio Francisco Bernis a la investigación en el XXIII Congreso Español de Ornitología. Y hoy viene a hablarnos de la profesión de investigador, de qué supone hacer ciencia y hacerla en España y de otras muchas cosas que estoy seguro que no quieres perderte ;). Por cierto, he querido resaltar en negrita algunas frases de Roger que me han parecido especialmente interesantes 😉

La entrevista

1. ¿Qué te llevó a dedicarte al mundo de la investigación?

Empecé en mi adolescencia subiendo a nidos, abriendo egagrópilas, y haciendo etogramas como becario del Zoo de Barcelona. Antes de empezar la carrera de biología ya ayudaba en campañas de anillamiento de aves e iba a la biblioteca de la Facultat de Biologia de la Universitat de Barcelona a fotocopiar artículos científicos. Me costaba horrores leer esos artículos con mi inglés precario, pero me parecían apasionantes. También recuerdo los catálogos de libros de la NHBS y el traducir algunos libros como el “” de Ian Newton o “” de Tim Birkhead.  Para cuando terminé la carrera de biología ya había hecho mis primeras colaboraciones científicas, trabajado como anillador de aves, publicado mis primeros artículos y empezado a visitar la Estación Biológica de Doñana. Para entonces ya tenía muy claro que quería dedicarme a la investigación. .

2. ¿Cuáles son tus líneas de investigación?

Actualmente mis investigaciones se centran en entender los sistemas hospedador-simbionte, algo que no he dejado de hacer desde el año 1996, pero que he podido intensificar durante los últimos años. En particular, estudio (con mi equipo) la relación ecológica y evolutiva entre las aves y los ácaros de las plumas, aunque no es lo único que estudio. Os invito a asomaros a la web de mi grupo (jovanilab.com) donde también encontrareis estudios sobre el comportamiento colectivo en aves, trabajos más teóricos en ecología evolutiva, y el estudio de las barras de estrés y la coloración de las plumas de las aves.

Capturando aves con redes japonesas

3. Como investigador, la bioestadística y el inglés son dos herramientas que usas con mucha frecuencia. ¿Aconsejarías a los lectores hacer algún curso extra en estos temas?

(Lo de dar consejos es difícil. Cada caso es un mundo. Contaré lo que a mí me sirve.)

Sí, son dos herramientas imprescindibles y hace falta saber mucho más de lo que puedas aprender en la carrera. Pero no lo veo como un obstáculo a superar antes de hacer ciencia, sino algo que se va aprendiendo con la práctica.

De métodos estadísticos hay muchos, por lo que “aprender estadística” es una entelequia que suele bloquear y frustrar. Lo que sí que es importante es ir desarrollando “intuición estadística” intentando llegar al fondo (a las tripas) de los análisis estadísticos que vas usando.

En cualquier caso, hay que usar la estadística en su justa medida; solo es una herramienta más de la ciencia. ¡Ojalá no hiciera falta la estadística! No hay que olvidarse que hay muchas cosas (patrones, procesos) que se pueden estudiar sin estadística, y lo que aún es peor, que a menudo puedes dejar de ver lo que dicen tus datos si aplicas “a ciegas” la estadística como si fuera un oráculo (que no lo es). Por lo tanto, según mi experiencia, tan importante (o más) que la estadística es examinar a fondo los datos directamente; los datos brutos. Después graficarlos de múltiples maneras para entender lo que nos dicen sobre el tema que nos interesa (no necesariamente solo sobre la hipótesis que tenías pensada sobre cómo funciona tu sistema). Colgarse las mejores gráficas en sitio visible durante días o semanas no viene nada mal; no todo se ve al momento, por sencilla que parezca la gráfica. Y luego, hacer los análisis estadísticos necesarios para llegar donde no llegan las otras dos aproximaciones. En ocasiones los análisis estadísticos son imprescindibles, pero en muchos casos una buena gráfica cuenta muchísimo mejor la realidad de los datos que la estadística que se hace de ellos (a menudo sin graficarlos ni antes, ni durante ni después).

En cuanto a los cursos, yo hago aquellos que “me muero por hacer” para poder analizar unos datos concretos que necesitan de esa aproximación. Y no espero salir del curso con todo aprendido. Un curso acostumbra a servir, en el mejor de los casos, para ponerte sobre la pista de lo que hay que aprender cuando llegas a casa.

Pasando al inglés, para aprender a leer inglés científico lo mejor es leer muchos artículos; para entender una charla lo mejor es escuchar muchas, a ser posible de temas que te interesen mucho, no necesariamente científicas (“YouTube”, “TED talks”); y para hablar en inglés buscar la manera de hacerlo frecuentemente. Además, en el proceso, habrás leído mucho, visto muchas charlas y discutido muchos temas. Aunque no entiendas mucho de lo que lees o de lo que escuchas, no pasa nada; insiste y de golpe un buen día no sabrás si lo has leído/escuchado en inglés o en castellano.

4. En la carrera investigadora, ¿crees que es imprescindible estar fuera algunos años? ¿Incluso si quieres trabajar en España?

Es un tema controvertido. “Estar fuera algunos años” puede ser bueno, o puede ser malo. Depende. Mi opinión es que este debate se plantea en España porque tenemos mucho complejo de inferioridad. En parte está justificado porque hay países con trayectorias científicas mucho menos lastradas históricamente que la nuestra. Pero eso no debe hacernos olvidar que en España se hace ciencia de primer nivel mundial. No tiene nada de malo ir a investigar a otro país, pero para que te sirva para mejorar como investigador/a (si es que estamos hablando de esto) hay que plantearse seriamente dónde, con quién, y para qué. Yo he estado como postdoctoral en Alemania más de dos años. Me sirvió y no me arrepiento de la experiencia, pero no por eso creo que sea imprescindible para formarse bien. Es verdad que estando en el extranjero es más fácil enriquecerse con maneras distintas de organizar y hacer ciencia (lo que llamamos “ver mundo”). Pero tampoco creo que sea para tanto.

Otro tema es si a la práctica es imprescindible para llegar a ser investigador/a en España. Eso depende de los criterios de evaluación de turno, así que creo que es mejor centrarse en buscar la manera de mejorar como investigador/a, más que tomar decisiones en base a otras consideraciones de índole más estratégica que además pueden cambiar con el tiempo. De todos modos, nunca está de más mirarse las convocatorias a las que se aspira a 2-4 años vista.

5. ¿Qué piensas del actual sistema de publicación y de la enorme presión que hay por publicar los resultados de la investigación?

Supongo que en algún momento decaerá el tipo de presión que hay ahora, pero su magnitud no se reducirá si siguen los niveles de financiación actuales de la ciencia en España; seguirá habiendo mucha más gente cualificada que plazas disponibles en cualquier nivel de la carrera investigadora. En cualquier caso, sí que espero que la presión se recanalice hacia la calidad de lo que se descubre. Venimos de unas décadas donde publicar en revistas de renombre internacional ya era sobresalir. Ahora, la gran mayoría de científicos/as ya lo hacemos, así que ahora no solo hay que publicar mucho sino “bien” (en “top journals”). El paso lógico al que se está empezando a tender poco a poco es a evaluar la calidad de la ciencia que se hace. Para ello hay que olvidarse de pretendidas objetividades y aceptar que hay que incurrir en (honestas) subjetividades para evaluarnos entre nosotros, en lugar del escenario actual donde seguimos evaluándonos básicamente con el número de (“top”) publicaciones que atesoramos cual Gollum, y que, queramos o no, acaba afectando la manera cómo investigamos.

6. Tú, como científico en activo, ¿cómo ves la profesión de investigador? ¿Merece la pena?

Nunca me he planteado si vale la pena en términos de costes/beneficios o nivel de formación/retribución. Es por esto que se dice que la investigación es muy vocacional, porque solo se entiende cuando pones en el cesto de los beneficios el placer de la investigación. Para mí esto se traduce no solo en los momentos Eureka, que son escasos y esquivos, sino en el conjunto del proceso desde pensar y discutir una y otra vez un mismo problema con personas con las que disfrutas investigando, el pensar cómo ejecutar el estudio, obtener los datos, encontrar el ángulo adecuado para visualizarlos y analizarlos, hacer un código elegante y bien anotado, construir un relato a la hora de comunicar los resultados y encontrar la manera más directa, transparente y precisa de cómo es la realidad de lo que has encontrado y por qué es interesante. No lo digo por decir; realmente disfruto de cada parte del proceso. Soy consciente que aparte del famoso momento Eureka y del trabajo de campo, el resto de elementos más tediosos no son muy populares. Supongo que solo se dedica a largo plazo a la investigación la gente que disfruta de todos o la mayoría de estos pasos.

Observando con el telescopio

7. ¿Qué es lo que más valoras o lo que más te aporta de la investigación científica?

Todos los elementos de un estudio científico que he enumerado podrían servir para contestar esta pregunta. Además, no hay que olvidar que, aunque hay pasos que se realizan en solitario, la mayoría se realizan en equipo. A parte de la ventaja logística de trabajar en equipo, posiblemente lo más importante y gratificante (al menos para mí) es la discusión de ideas. Aunque muchas ideas surgen en solitario después de “obsesionarte” durante un tiempo sobre una cuestión, muchas veces son el fruto de largas discusiones con miembros del equipo. Las discusiones entre dos-tres personas son para mí las más estimulantes y productivas. Realmente se llega más allá de donde podrían llegar las mismas personas pensando por separado (creo que incluso si las personas tuvieran exactamente los mismos conocimientos).

Pero hay algo más profundo y que encuentro muy gratificante: hacer ciencia consiste en perseguir la verdad. Es decir, hacer justicia a la naturaleza (igual que conocer la verdad de los hechos es necesario para dictar sentencia). Pero no suele darse mucha importancia a la verdad en otras facetas de la vida, quedando relegada a un segundo plano frente a otras consideraciones (por decirlo suavemente). Pero es lo que más aprecio sobre la ciencia: que lo que se diga sea CIERTO, sin importar si es conveniente, esperable o bonito. Parece una obviedad, pero no lo es tanto. Dejando de lado los fraudes científicos, perseguir la verdad no es tarea fácil. Requiere, por ejemplo, cuestionarse a uno mismo continuamente, aceptar de buen grado críticas a diario, y no dar un resultado por bueno a la primera, aunque sea adecuado (para ser publicado).

Además, he aprendido que si llegas al fondo de un tema (todo lo que se pueda) y eres capaz de mostrar cómo es realmente, la belleza de lo que encuentras es infinitamente superior a cualquier hipótesis que puedas plantear a priori y que tus datos puedan confirmar “dando significativo”. Es por esto que a menudo me gusta mostrar los resultados lo más “crudos” posible. Esto tiene una derivada controvertida: nos han enseñado que hacer ciencia es poner a prueba hipótesis, y ciertamente la ciencia ha avanzado mucho de esta manera. Pero no hay que perder de vista que lo que queremos entender es la naturaleza, no la hipótesis. A lo que voy es que la observación con las mínimas ataduras posibles (incluidas las hipótesis; es decir, con los prejuicios) es también un gran motor de la ciencia. En ecología evolutiva, casi cualquier cosa que observas podría haberse planteado potencialmente como hipótesis, sencillamente porque de no ser así lo que has encontrado contradeciría aspectos fundamentales del conocimiento en ecología y evolución, y esto, claro, es tan infrecuente como revolucionario si ocurre. El problema es que estamos aún muy limitados en nuestro poder predictivo y por lo tanto en la contundencia de las hipótesis que podemos plantear (esto pasa muchísimo menos en otros campos de la ciencia como la física teórica). Por lo tanto, en biología tenemos que estar muy abiertos a que la naturaleza nos sorprenda, y no solo eso: tenemos que plantear conscientemente estudios que permitan a la naturaleza sorprendernos. Y no menospreciar los análisis “descriptivos”, “sin hipótesis”, sobre todo si lo comparamos con estudios con hipótesis impostadas o formuladas a posteriori. Soy consciente de lo herejes que pueden resultar estas palabras, pero lo creo firmemente: una cosa es que seamos “como enanos a hombros de gigantes”, y otra es que no sepamos andar descalzos de vez en cuando. En cuanto a las hipótesis, no todas son iguales. Hay hipótesis que si fallan no pasa nada (porque, sin inmutarnos, rápidamente planteamos una explicación alternativa), mientras que hay otras hipótesis que si son refutadas nos dejan por un momento sin asidero, en el abismo, lo que nos hace replantear la idea de cómo funciona nuestro sistema. Estas son las hipótesis que más vale la pena estudiar.

8. ¿Y lo que menos te gusta?

De la ciencia en sí no tengo queja, pero hacer ciencia en España tiene un doble problema: la estabilidad laboral y la burocracia. Creo que es lo que crea más frustración y ralentiza más el desarrollo científico. Incluso más que el bajo nivel de financiación. La burocracia es como la estadística: ojalá no hiciera falta. Es verdad que es necesaria, pero el grado de burocratización tendría que ser el óptimo para garantizar un equilibrio entre eficiencia y control, y actualmente estamos decantando la balanza por el lado del control. Claramente necesitamos pasar del actual modelo que pone cada vez más trabas a lo que se puede hacer y al cómo se puede hacer, para pasar a un modelo donde se dé más libertad a la gestión de la ciencia. Eso sí, rindiendo cuentas sobre el uso de los recursos y las libertades. Hay un gran potencial humano para la ciencia en nuestro país, pero hace falta creer en él y darle muchas más herramientas para que nos podamos dedicar a eso: a hacer ciencia.

9. Recientemente has conseguido el premio Francisco Bernis a la investigación, en el último congreso nacional de Ornitología de SEO/BirdLife. ¿Qué ha supuesto para ti?

A menudo en ciencia es fácil acabar pensando que pocos saben lo que haces y que a menos les importa (por más que citen tus trabajos). Así que ver que un grupo de colegas científicos que respetas no solo te incluye como potencial candidato para un premio, sino que además te escoge, es un gran honor. Como dije en la ceremonia de entrega, agradezco a SEO/BirdLife el mantener un galardón como éste que visibiliza científicos y científicas que estamos más en precario de lo que (modestias aparte) merece nuestra trayectoria. Y somos mucha gente. Mucha más de lo razonable.

Roger Jovani agradeciendo la concesión del Premio Francisco Bernis

10. Un consejo para todos aquellos lectores que están planteándose realizar un doctorado.

Cuando era pequeño, un día mi padre rompió una piedra, me enseñó la parte interior de las dos mitades y me dijo “esto no lo ha visto nadie antes”. Puede parecer una tontería, pero si lo piensas bien, en esto se basa la ciencia: en descubrir una nueva “verdad” que no ha visto nadie antes. Hay muchos motivos por los cuales la gente hace una misma cosa, y lo mismo pasa con hacer una tesis. Si el motivo son tus ganas de saber lo que hay “dentro de la piedra” te será difícil resistirte. No digo que todo vaya a ser un camino de rosas; eso dependerá de muchas otras cosas, y a menudo no fáciles de controlar. Y tampoco quiere decir que aunque trabajes fuerte vayas a poderte dedicar a la ciencia de por vida. Pero si realmente te apasiona la idea (y el sistema te lo permite), creo que vale la pena intentarlo.

Más información

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Y hasta aquí la entrevista con Roger. ¿Qué te ha parecido? ¿Tienes interés por la carrera investigadora? ¿Te mola todo el proceso de la investigación? ¿Te ha motivado esta entrevista a lanzarte al mundo de la ciencia y la investigación? Cuéntamelo todo en los comentarios o por las redes sociales. Y no olvides compartir este post en tus redes sociales o a cualquier que creas que le pueda interesar.

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Sobre mí

Biólogo, lector y curioso, siempre. Viajero, escritor y fotógrafo aficionado en los ratos libres. Y mientras tanto, ayudo a jóvenes biólogos en mi blog "El Bichólogo

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